Qué son, dónde comprarlos y por qué deberías regalarle un juguete slow a tu hijo

Una gran variedad de emprendimientos uruguayos apuestan por objetos para niños hechos con materiales más nobles y sustentables que buscan estimular de manera diferente a los más chicos.

“Va a tener dificultades motrices, de concentración, memoria y lenguaje”. Las palabras de los médicos entraron pesadas en la cabeza de Clarisse Pereira y le reventaron en el pecho como si toda la fuerza de la gravedad en la Tierra se hubiese concentrado adentro de ese consultorio blanco y frío. “¿Y qué puedo hacer yo como Mamá?”, preguntó aturdida. La respuesta fue todavía más inexacta y desalentadora: “Hay que estimularla en casa”.

“Estimularla en casa? ¿Y qué quiere decir eso?”, pensó Clarisse y fue lo primero que le dijo a Juan Ignacio, el padre de Julia, cuando se encontraron siendo padres primerizos de una niña que nació prematura y sufrió una apnea en el CTI que le provocó una lesión cerebral llamada hemiparesia. La condición le generó una disminución de la fuerza motora en un brazo y una pierna del mismo lado del cuerpo.
Clarisse lo resume así: “La dificultad de Julia es, digamos, hacer el clic. Una vez que ella logra algo, que alcanza un hito, después puede seguir con normalidad. Lo que le cuesta es pasar la línea del estándar”.

Con ese “hay que estimularla en casa”, lo primero que Clarisse hizo fue lo que haría cualquier madre de treinta y tantos sin nada de experiencia: buscó en Google. Navegando por sitios y blogs de padres de todas partes del mundo se encontró por primera vez con una tal María Montessori. Una pedagoga italiana que allá por la primer mitad del siglo XX inventó un método que proponía una crianza más libre, independiente y estimulante. ¿Estimulante? Ahí estaba la palabra clave.

“Atrás de esa pedagogía hay una filosofía aplicable al hogar que dice que cada niño tiene dentro un maestro interno. Ese maestro es el que va a guiar su desarrollo. Lo que nosotros debíamos hacer como padres era observar qué era lo que necesitaba nuestra hija y darle las herramientas necesarias para que ese maestro interno actúe”, entiende Clarisse.

Con la primera dificultad concreta de Julia apareció el primer ensayo. A la bebé le costaba el gateo y en YouTube había un tutorial de cómo hacer una pelota de tela que, precisamente, motiva a los niños a intentarlo. Un par de retazos y puntadas de hilo después, Julia ya perseguía la pelota por toda la casa. Clarisse compartió su logro en un grupo de padres que intercambiaban experiencias en Facebook y varios le empezaron a pedir que fabricara la pelota de tela y la vendiera. Todo ese asunto le divertía, entonces armó 20 pelotitas. Las vendió enseguida.
Aquello, entonces, fue un camino de ida. “Con Juan Ignacio empezamos a estudiar, hicimos talleres, pero la mayoría de nuestro aprendizaje fue autodidacta. Sabíamos que la educación iba por otro lado”, explica.
Al poco tiempo nació Mamón.

Niños más autónomos

Con cada nueva herramienta que Clarisse y Juan Ignacio creaban para su hija Julia, había alguien más o menos cerca detrás del monitor que quería o necesitaba una igual para su hijo, sobrino, nieto o alumno. Basándose en lo que propone Montessori -confeccionar con materiales nobles, que el material no guíe al niño, sino que el niño sea el guía del material, y tener control de error- crearon su propio catálogo. La respuesta fue tan buena que ambos pudieron dejar sus trabajos para dedicarse exclusivamente a esto. Bautizaron aquel emprendimiento bajo el nombre Mamón (Mamá Montessori). Dicen que cada año las ventas se duplican respecto al anterior. En toda la cadena de producción, que incluye desde la adaptación de un diseño hasta el envío, pasando por la confección, trabajan cerca de 15 personas, la mayoría de Canelones.

Mamón es apenas una de las tantas tiendas en Uruguay que trabajan con lo que en el rubro se conoce como juguetes slow y que, curiosamente, no siempre implican un juego.

María Eugenia Camerlatti es exdirectora de la Scuola Italiana, actual directora de Tukinder y una de las referentes locales en el Método Montessori. La profesional explica que los materiales Montessori originales son muy caros y que hay que traerlos desde afuera. Las alternativas de juguetes slow en el mercado uruguayo “no cumplen con los requisitos” del método italiano porque el peso y las características de los materiales están científicamente calculados al detalle, pero funcionan a la perfección para motivar el espíritu detrás de esta filosofía que capta cada vez más adeptos.

“Lo que tiene de genial toda esta movida es que los padres están ayudando a sus niños a ser más autónomos”, explica Camerlatti. Y agrega: “una de las mejores cosas que tiene esta tendencia y estos materiales es que desafían a los niños, a la vez de que llevan al adulto a un rol diferentes, de observador y guía, ya no es más el adulto conocedor de todo”.

Camerlatti también cree que esa saturación y ansiedad vertiginosa del mundo de los adultos se está trasladando al de los niños, y apostar por juguetes más nobles y no al industrial de plástico que sale en televisión, es, de alguna manera, querer poner marcha atrás y enseñarles a los más chicos a valorar el silencio y el estímulo sutil, diverso.

“Es cuestión de agudizar la mirada, que los padres cambien un poco el enfoque de lo que le ofrecen a sus hijos. Si tengo que elegir regalos, buscar algo más noble, hecho por ejemplo en madera, un material más duradero. Eso es fundamental. Hay una vuelta a cierta búsqueda de calma, de buena calidad”, explica la directora, que también dice que está tendencia va de la mano con los “Nuevos enfoques”. Esos que se fijan tanto en la sustentabilidad a la hora de consumir, como en los cambios en la alimentación.

Pero no todo es tan fácil. La competencia es dura y para un niño, el juguete de plástico fluorescente que sale en televisión (aunque ahora sería más apropiado decir publicidad de YouTube) sigue siendo más atractivo.

“Vivimos en un mundo donde estos estímulos están y hay que aprender a regular y generar un equilibrio. Como adulto tenés que mostrar que hay tiempo para los dos tipos de juego. Pueden convivir y vale la pena abrir el espectro”, asegura Camerlatti.

En caso de que un padre quiera experimentar con juguetes slow, Clarisse solo tiene una recomendación: “Jamás hay que subestimar al niño”.

Algunas opciones en el mercado uruguayo y nota completa en el siguiente link: www.elobservador.com.uy